jueves, 11 de octubre de 2012







Lavándome de sus retinas


Hay luces que nunca más arderán
como en la víspera ajena
como en los sueños
que se le cuentan a los niños

y sonidos que se harán deseos
al cruzar el umbral
de los rojos timbres de despedida

Hay voces que imitarán el silencio
que lo convertirán en solsticios
en menesterosos trabajos semanales
y capas tristes que no esconden
las alas de cartón rasgadas

En fin,
hay zambas que no sonarán más
y olor a pasto recién cortado
bajo lluvias imprevistas
que darán fe de este arrebato
en que me despido sereno
pero me quedo en una esquina
para evocar la banqueta,
la luz de la farola
y el temible olvido
que ya digiero despacito
al ver esos ojos que sollozan
lavándome de sus retinas

Quincho.




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