viernes, 26 de abril de 2013









...o todo eso que se le parece


No corras hacia la luz, te pido
no persigas luciérnagas,
te exijo la muerte inmediata
y tu aguacero de invierno
viértelo en mis venas ahora mismo

Sin perder los estribos
anotame en tu libro de fábulas
y hazme historia 
sin que te tiemble la mano
ni te perfore el paladar
este sabor lascivo
de venenos ajenos

¿Cómo hacer nubes incendiarias?
¿Cómo apagar velas en los ojos?
desventurados nacimos
en un otoño cualquiera
aves infames de pico encorvado
atosigándonos con nuestra carne
nos devoramos uno a uno
todos los rincones habitables

Por eso te exijo la muerte
que claves en mis talones
una suerte de espinas rojas
que corrompan mis pasos
que caves un hueco profundo
por donde quepa una sábana más
un aliento agotado o un ruiseñor
que me cante sin miedos
hasta que la madrugada
termine por devolverme la vida
o todo eso que se le parece.

Quincho. 








miércoles, 24 de abril de 2013








Casi siempre


Casi siempre
cinco minutos antes de dormir
o de morir
como en la caverna de Platón
dejo pasar
las sombras del día al otro lado
detrás mío
delante, siempre estas vos
pequeñita
insomne mariposa de vientos
acorazada
de todos los temblores propios
necesarios
de una habitual mañana de lunes
explotando
cual universo para dar origen
a mi voz
o a las auroras boreales del norte
o quizás
simple y llanamente
al amor.

Quincho.





miércoles, 17 de abril de 2013








Hoja de parra en picada


En esta esquina del paraíso
no existen más estrellas
ni noches de vals
o cuentos de brujas
sino ausencias estampadas
licores de besos despeñados
duelos de ancestrales silencios

Esta serenidad
llena de errores 
donde me espanto
al saberme desnudo
de tus cabellos
amarrándome los deseos
esta serenidad
es la enfermiza hija
del vacío que muerde
del fiero fuego
que nos calcina 
en rincones distintos
esta serenidad
es hoja de parra en picada

Es totalmente imposible
salir de tus acordes
sin rasguño alguno
sobre todo 
cuando hice fuego de tus huesos
para calentarme la voz
y tu lluvia de ceniza
me inventó la piel
la dejó hecha un sólo jirón
una sola llaga 
que ayuda a desvariar
a encontrarte aquí, entera
aquí despierta,
allá destilada de soledad
dentro empapado
un fruto del miedo
como un mar encarcelado
¡un infernal huracán
arrancándome de cuajo la calma!

Quincho.