lunes, 8 de octubre de 2012







En las tablas del puerto



La lluvia en un cubo
y el cubo con lágrimas
de búsquedas e historias
de mares perdidos
a los que se besa con lengua

Desde este peñasco, 
el más alto de esta ciudad,
puedo ver la sombra
de las nubes grises
sobre el amante océano
y distinguir el olor
de las bestias insomnes,
de ese pecho apretado,
de esas piernas morenas

Hasta aquí, de tan lejos
se te oye danzando,
bravura y tristeza,
pianos que sollozan
tras esa mirada que explota, 
que me habla en Si menor, 
me educa en la soledad

Todavia niña
y fuego y aire
y cintura empañada,
todavía bises y aplausos,
todavía no hallo consuelo
a tus huellas cercanas
y tus ojos que ven mejor
bajo el mar, porque eres pez
que se perpetua en mi garganta


Quincho.

Pd. Un poema que salió al ver la obra "Mocambo" . Tristemente hermosa.




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