En las tablas del puerto
La lluvia en un cubo
y el cubo con lágrimas
de búsquedas e historias
de mares perdidos
a los que se besa con lengua
Desde este peñasco,
el más alto de esta ciudad,
puedo ver la sombra
de las nubes grises
sobre el amante océano
y distinguir el olor
de las bestias insomnes,
de ese pecho apretado,
de esas piernas morenas
Hasta aquí, de tan lejos
se te oye danzando,
bravura y tristeza,
pianos que sollozan
tras esa mirada que explota,
que me habla en Si menor,
me educa en la soledad
Todavia niña
y fuego y aire
y cintura empañada,
todavía bises y aplausos,
todavía no hallo consuelo
a tus huellas cercanas
y tus ojos que ven mejor
bajo el mar, porque eres pez
que se perpetua en mi garganta
Quincho.
Pd. Un poema que salió al ver la obra "Mocambo" . Tristemente hermosa.
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