viernes, 15 de febrero de 2013








En estos días


En días como estos,
miércoles de cenizas,
enciendo una lámpara desnuda,
que me alumbra un norte
una reliquia de cartón
asediada de lloviznas
para dibujarte una madrugada
un faro bajo las gotas
una sonrisa humeante
un desliz de razón
que rueda por tus hombros

Espera, 
que vengo
con sencillas flores
que redoblan sus pétalos
al entonarse tu canción
entre los árboles y el viento
entre la marea de sangre
que golpea en nuestros alrededores
espera,
que llego 
con el paso quemando
las huestes del retorno
cortando la cuerda de anclas
de veleros errantes
y tripulaciones heridas

En estos días de brisa tenue
y de alborotados huracanes
en la ropa y el alma
de miradas que hacen estallar
este rincón del universo
reconozco la osadía
de estar siempre al frente
en primera línea 
de la línea divisoria
entre el miedo y la temeridad
de avanzar sin dudas
aunque el precipicio esté cerca
la muerte del amante
está siempre cerca
nuestra ventaja
es que estamos hace mucho
con un pie adelante
y el otro más adelante todavía

Quincho.
















Canción derrepente


Así sin quererlo
como esta brisa
que enfría mis dudas
un trampolín en la historia
me remonta al fino hilo
las hebras rosadas y tenues
donde escondes aún
tu ronroneo de gata celosa
guardiana de mis cejas
de todas mis ansias
de las letanías y amores
enredados en espasmos lumbares

Sin esperar respuesta
ni errores ortográficos
abro la ciénaga de luz
para sencillamente recitarte
un par de verdades
que se asemejen
a la penúltima cena
con última copa de vino
y antepenúltima desnudez
me desenredo ante tu silencio
y dejo mi acorazado en tu patio
mi receloso tambor en este recuerdo
de muertes ínfimas y temblores
donde es preciso reconocer
que nuestros acentos
no son más un único aguacero
sino un manantial de lluvias
equidistantes, piramidales
donde tu curvilínea sonrisa
no se encuentra más
con mi tangente pulso.

Quincho.





lunes, 4 de febrero de 2013

Crónica de un Stormy saturday...



Fotografía tomada por Cece Delgado.



El vendaval, la huida y las velas


Detrás de tanto vendaval
de ruidos ensordecedores
del mundo derrumbándose
como castillos de naipes
estabas vos,
dulce y radiante
empapada toda de mi
y de tanto alboroto
con mi pijamas tuyo
dulce y tenaz en la cama
como una niña 
como luz entre las velas
como feroz huida
del caos de un sábado
sin sábanas ni flores
apenas nuestras voces
y el resonar lejano
de mil bocinas sordas
y las luces en el cielo
alumbrando nuestro fuego

Finalmente al encontrarnos
como en casa, 
como reinventandonos
una vez más
dejamos de darle cuerda al reloj
nos educamos 
en las artes salvajes
y nos abandonamos
al oscuro cielo
que todavía refusila
como nuestros dedos
que siguen estallando
en cada roce exquisito.

Quincho.