Briosa serenidad
Por suerte llegué a tiempo
para exigirte retribución
a todo el exilio de tus dedos,
pasa ensamblar mi boca
a ese rincón sin nombre
que tu cuerpo reservó para mí
o que tu desvelo de ojos silentes
puso a merced de mi madrugada
Siempre es bueno desembarcar
cuando en el inicio del viaje
se tiene consigo una promesa fugaz,
una razón despojada de miedos,
una verdad que al ser gritada a los vientos
se esparce como ese aroma
¡ah! ¡vos sabés bien de cual hablo!
Ahora que consigo apurar al tiempo
y que tiendo la ropa al sol
para que se ventile de esas soledades,
ahora es cuando las hojas se acarician
al caer de los árboles,
como augurandome tu briosa serenidad.
Tánatos.