miércoles, 29 de agosto de 2012





En todos los soles


No pude archivar esa mirada
entrepapelarla, 
hacerme el del otro viernes
y tengo todavía los cintos
con que he de vestirla
este martes de cena
de vacío, de interludio
de comienzo de semana
porque el lunes no es un día
es un hastío

Tal vez este sur
le dio vuelta en seco
a ese mar
con que bañabas mi costa
y yo esperando
las señales de tu puerto
y lanzando de cuando en cuando
mi parpadeo para que lo notes
lo anotes y lo guardes
en el bolsillo del frente
donde se ponen las cosas
que más se necesitan

Aunque grite
y me entiendas y no 
y lance flores
del balcón de los miedos
y se agrieten los labios
y suspire en invierno
como todos los días
sólo en el límite
cuando se está ensombrecido
se puede explicar
que aprisione tus dedos
y me quede en silencio
y mire alrededor
esperando encontrarte
en todos los soles

Quincho.




lunes, 27 de agosto de 2012






La amante púrpura


Dejar las huellas
para volver,
pero esta vez
de espaldas,
recoger 
con los dedos 
ese perfume
y envolverme
en él
como una manta

Presentarle
la carta de renuncia
a este frío inaudito,
a su amante púrpura,
al velo de tu lejanía,
a decir tu nombre
y vos el mío
y que sean ecos
y escucharlos
en otras bocas,
como espuma
y haz de luz,
como tu canción
y la mía
bailando una milonga
que habla de un futuro
que me niega su pecho.

Quincho.



viernes, 24 de agosto de 2012







Ir y volver al bar del pecado intentado


Ir, 
desahuciar los zapatos,
renunciar al camino,
saber que llegan 
por los costados,
por las costillas
las inconfudibles señales
de un sur temible,
cansado, hastiado,
como jornalero,
por ello mismo furioso
y con la boca
llena de improperios
para atizarte
como leña seca en San juan

Volver,
con la frente
a la altura del illimani
y la sangre fría
esperando caldas,
saber rota la lámpara
que anunciaba
la hora de dormir,
de trastabillar,
de enceguecerse a gusto

Peinarse para la foto
y olvidar el alma en la tienda,
volver para exigirle cuentas
al bar del pecado intentado
pues el vuelto de ese trago
que agrandó el hueco del alma
no es correcto,
tendría que ser,
para ser exacto,
una carta que llega al buzón
cuando ya no se esperaba nada.

Quincho.





miércoles, 22 de agosto de 2012






Sin duda


Pero sin duda
te es mucho más fácil
darle vueltas a mi cordura
con esa cuerda para saltar
que afirmarte
sobre mis hombros
y mirar adelante...

Quincho.



martes, 21 de agosto de 2012







El huerto


Es hora de enviarle flores al destino
a las losetas que guardan
esas huellas clandestinas
que todavía sueltan humo
en cada esquina de mis párpados

Es el tiempo de plantar
una docena de árboles de insomnio
una aguacero celeste color falda de mujer
una risa de niña pequeña
y diez dedales
que preserven mis dedos
de las heridas

Tal vez con las flores
y ese ese huerto sembrado
me aguarde un otoño más
un invierno menos
y la aurora boreal
que alumbra aquí en el verano.

Quincho.



lunes, 20 de agosto de 2012





La bienvenida a la hora de despedirse


Encontrar la razón y el vacío
juntos en el mismo hueco
a los pies del jueves
histérico y tierno

Desarmar las esquinas
de este súbito miedo
atornilladas con sus quiero
oxidadas de nosotros

Envolverse en un árbol
como animal de pecado
en el centro de lo prohibido
y dejarse infinitamente

Agotar los suspiros
cantar un nana de despedida
agrietarse los labios
con filosas manzanas

Entibiar el cuerpo
enfriar el verso
decir adios
sin que parezca
para siempre
dar la bienvenida
cuando sea de madrugada
a la hora de despedirse.


Quincho.



miércoles, 8 de agosto de 2012






Los vientos de agosto



Tropezando uno tras otro
los vientos de agosto
compiten por traer
el aroma de fin de julio
el candil de invierno
de vacío en el estómago

Estos vientos también
te traen la escarapela
la bandera y el himno
de una patria que no es
de un multicolor de patrias
que retozan subyugadas
bajo un himno,
una escarapela y una bayoneta

Los vientos de inicio
de fin zafra y molienda
de los carteles en la pared
los vientos de entrado agosto
las memorias del pasado julio
la calzada donde descansan
los zapatos que sobreviven
a la caminata
y continúan la resistencia
en lo profundo de la selva.


Quincho.