La bienvenida a la hora de despedirse
Encontrar la razón y el vacío
juntos en el mismo hueco
a los pies del jueves
histérico y tierno
Desarmar las esquinas
de este súbito miedo
atornilladas con sus quiero
oxidadas de nosotros
Envolverse en un árbol
como animal de pecado
en el centro de lo prohibido
y dejarse infinitamente
Agotar los suspiros
cantar un nana de despedida
agrietarse los labios
con filosas manzanas
Entibiar el cuerpo
enfriar el verso
decir adios
sin que parezca
para siempre
dar la bienvenida
cuando sea de madrugada
a la hora de despedirse.
Quincho.
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