viernes, 5 de febrero de 2010

Viernes por la noche...


La hora justa

Son los silbidos del viento
Presurosos corceles que galopan
Tiritando de frío y cansancio
Trayéndome enredado el aroma de tu cuello
El vacío sobrante, el espacio
Entre tu cuerpo y la pared
Donde dejé mi aliento y mil lunas viejas
 
Y ensimismado proyecto tu mirada
La evocación de los paisajes
El retén eterno de tu mirada fija
El aniversario de las rosas rojas
Las luces del camino que no anduvimos
El presagio de un mañana y de la muerte

La hora nona, la hora justa
Que termina y vuelve
Me devuelve la razón, el equilibrio
No como lo harían tus brazos, no
Pero al menos se parece
Al sabor de la brisa del gran lago
A la noche con frío a sus orillas
Al camino de regreso de casa
 
Con la luz apagada nada termina
Todo comienza nuevamente
Pero el sueño es persuasivo y cabal
Te canta al oído tu canción
Hasta darte un segundo antes
En que comienza la historia
Y el fin del día te renueva
Y al fin iluminas mi ventana.

Tánatos



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